Antes que todo… ¡Feliz día de la Primavera a todos!
Justo hoy vi un mail que mandó Pato con una iniciativa que quieren poner en practica en Argentina. Se llama “Fuga de Libros” y se trata de dejar “olvidado” un libro en algún lugar público, con una pequeña dedicatoria que explique que la idea es que quien lo encuentre lo lea y lo vuelva a dejar “olvidado” en otro lugar. El libro para dejar “libre” no puede ser cualquiera, tiene que ser un libro que haya dejado una marca importante en nuestras vidas.

Yo tengo un libro libre y a pesar de que lo extraño muchísimo (es bastante difícil de conseguir), me alegra mucho cuando se que el libro sigue recorriendo Argentina. A lo mejor alguno de ustedes se lo ha topado por ahí. Se trata de “Los renglones torcidos de Dios”. Cuando el papá me lo entregó, creí que era un libro religioso y se quedó en la repisa al menos unos 3 meses. Llegaron las vacaciones de invierno y me lo llevé a Reñaca: leí el libro sin parar en un poco menos de 24 horas. Después lo leyó mi mamá y no se si el papá lo alcanzó a leer. A fines de ese año lo llevamos a Miramar y se lo dejamos a la abuelita Essie, que como se acordarán, era una gran lectora. El compromiso era dejarlo en el campo para que en Semana Santa lo pasáramos a buscar y volviera a Chile. El tema es que el libro llegó al campo, pero alguien que fue de visita se lo llevó… y así el libro va y vuelve al campo intermitentemente. Hay primos de mamá que le cuentan que por sus manos ha pasado el libro… quien sabe en que lugar perdido andará ahora.
Con el tema del taller he retomado el buen hábito de la lectura. Reconozco que últimamente estaba medio floja y leía cosas bastante light. Ahora voy matizando y después de leer una

semana a Augusto Monterroso para el taller, leo algo bien livianito para compensar. Este fin de semana leí 2 libros que califican como ultra Light: “Que sabe nadie” y “El código Givenchy”. El primero lo leí de puro copuchenta, porque hace unos meses, en el lanzamiento, todos hablaban del libro porque está basado en algunos hechos y personajes de la farándula local. El segundo, lo leí por el título. Se trata de una fanática de los códigos y del buen vestir que vive en NY. Se gasta hasta lo que no tiene en Prada, Manolo, Dior… y Givenchy. Sin querer se ve envuelta (como víctima) en uno de estos juegos de roles que se juegan por Internet, pero que ha sido llevado a la vida real por su creador. O sea es fácil: o adivina los códigos con pistas o muere en manos de un asesino que también está jugando. Por suerte le asignan a un “protector” que obvio es la reencarnación del príncipe azul. Lo que si, el final es malo. Es como si la escritora hubiera tenido algo mas que hacer que terminar el libro, así que solo le pone fin. Mal.
Esta semana me toca leer algo con mas contenido, así que yo creo que voy a reflotar a Horacio Quiroga… hace milenios que no leo “La gallina degollada” o “El almohadón de plumas”. Ah! Y se me tiene que ocurrir una idea brillante para incorporar en un cuento una fruta, una ambulancia, una llamada telefónica y la siguiente frase: “Voy a sentirme muy raro(a) y muy solo(a) sin él”. Alguna idea?