febrero 12, 2009

Declaración sobre la existencia del príncipe azul

He estado hablando con varias personas sobre el estudio del que hablé hace unas semanas. Una de mis amigas, terminó diciendo que yo estaba fregada, porque me creía Floricienta y que no iba a parar hasta encontrar a mi Federico Fritzenwalden. ¿La verdad? Es que no lo pongo en duda… el tema es: ¿cómo era Federico?

F.F. era buenmozo, muy buenmozo, no lo podemos negar. Hermano mayor, de una montonera de hermanos huérfanos, era sumamente responsable y maduro para la edad que supuestamente tenía en la historia. Pero no era perfecto, de hecho, distaba mucho de serlo…

Para Federico lo más importante era ser una imagen paternal ante sus hermanos, pero un padre prusiano, de pocos abrazos, poca comunicación y muchas reglas. Ahí es cuando entra Floricienta con sus rulos, sus flores, canciones y demases a desordenarle la vida a este cuadrado alemán, al que le pone el sobrenombre de Freezer. Federico se enamora con locura de esta princesa loca de patio, pero tampoco es capaz de expresarlo… de hecho se demora prácticamente la mitad de la novela en asumir que a lo mejor siente algo por ella. Pero finalmente se descongela y asume sus sentimientos y cuando por fin él y Floricienta van a ser felices y comer perdices… él se muere porque se cambió de canal :P

Vamos a otro ejemplo de pareja de cuento, que ya había sacado a colación antes: Fiona y Shrek. Convengamos que Shrek es un príncipe muy poco convencional: no tiene el físico habitual de un príncipe, es verde, tiene olores exóticos y costumbres más exóticas aun. Pero Fiona tampoco es una princesa convencional… elige ser ogra, sabe artes marciales y tiene algunas de las costumbres exóticas de Shrek…

Estamos frente a una versión 2.0 del príncipe, un príncipe que no es perfecto, con defectos y virtudes, pero que nos enamora de la misma manera (e incluso más) que el príncipe azul convencional. Un príncipe que se equivoca, que mete las patas, pero que con una sonrisa, una sacada de lengua o guiñando un ojo, es capaz de borrar cualquier defecto y hacernos sonreír.

Y es que las princesas también hemos evolucionado... no solo no somos 100% perfectas y tenemos virtudes y defectos, sino que además, nos negamos a quedarnos en el molde y esperar pacientemente que nos rescaten… Ojo, no quiero decir con esto que claudico de mi síndrome de princesa en apuros, no señor. Simplemente, quiero decir que llegado el momento, esta princesa 2.0, es capaz de poner el hombro y salir a rescatar a su príncipe si es necesario (con lo que cuesta que se dejen rescatar…). Pasamos de una Cenicienta que solo era capaz de fregar y probarse zapatos de cristal a una princesa Fiona que es capaz de armar una operación comando con el resto de las princesas de cuento para ir a defender a su ogro.

Si, el príncipe azul existe, pero no de la manera que Disney nos enseñó de chicas. Existe a la manera de Dreamworks. El problema es que no a todas las princesas les llegó el memo para actualizar la imagen de príncipe azul a príncipe 2.0…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin comentarios Rose, definitivamente una muy buena visión (y real) de lo que sucede... el tema no es que solo hay mujeres a las que no les llego el "memo" sino que hay hombres que siguen creyendo que nosotros buscamos a uno !00% sin fallas...

Rose Sepúlveda dijo...

Como decía una amiga, "no busco al hombre perfecto, sino uno que sus defectos me encanten" jajajaja

Modelito 100% sin fallas??? Que fome!!!!